Los dulces nos invaden, ¡están por todas partes! No es nada fácil evitar ciertas tentaciones y más teniendo en cuenta la gran influencia de la publicidad alimentaria y la gran cantidad de comida rica en azúcares que tenemos al alcance de nuestras manos.
Lo dulce es ese pequeño capricho que te das de vez en cuando, ese regalo que llevas a una cena, ese bombón después de comer, ese tentempié antes de irte a dormir… En definitiva, los dulces te hacen sentir mejor. ¿Por qué?
- Porque te recuerdan al sabor de la leche materna.
- Porque disminuyen la sensación de dolor.
- Porque te lleva de vuelta a la infancia.
Por muy extraño que pueda parecer, a diario nos encontramos con personas a nuestro alrededor que han declarado la guerra a todo lo dulce. La adicción al azúcar es incluso mayor a la de la cocaína, esto es una realidad, ya que es la mente la que te pide ese pequeño capricho dulce, hasta que llega un día en que no puedes controlarlo. A partir de ese momento, lo dulce será lo que mitigue tu ansiedad, tu tristeza, tu rabia o tu estrés.
Comer dulce, ¿es un placer?
Comer es un auténtico placer. La razón por la que «a nadie le amarga un dulce» es la siguiente: el umbral de asimilación del sabor dulce del organismo es muy superior al del resto de los sabores. Es por esta razón que cuando has comido demasiado y sientes que no tienes más sitio en tu estómago, te ponen una caja de bombones delante y coges uno, te apetece comerte ese bombón aun sin hambre.
¿Cómo cambiar ese estado mental dulce?
Con ejercicio físico – Además de reducir considerablemente el riesgo de sufrir enfermedades, estimula la secreción de endorfinas que te proporcionan buen humor, placer y emociones positivas. Tanto es así que se ha demostrado que la actividad física contribuye a crear una respuesta menor al malestar emocional y al estrés. En definitiva, las personas que realizan ejercicio son más felices que las sedentarias.
Con relajación – Mediante sencillas técnicas de relajación y meditación, conseguirás el mismo efecto que comiendo algo dulce, pero sin ese sentimiento de culpabilidad posterior.
Con alimentación – Los alimentos ricos en triptófano (nueces, chocolate negro, pescado, plátano, huevo, etc.) conseguirán estimular la serotonina, una de las hormonas de la felicidad junto a la dopamina y las endorfinas.
Premia a tu cuerpo con lo que realmente le hace feliz y… ¡Cómete la Vida!
Imágenes obtenidas de www.communitytable.parade.com, www.seriouseats.com, www.epicurious.com.
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